Después de divorciarse de su mujer, Kenny se sumerge en una profunda depresión. Frasier se ofrece a recomendarle algún buen psiquiatra, pero Kenny no quiere contarle sus problemas a nadie, sólo a Frasier. A pesar de sus prejuicios sobre tratar a compañeros de trabajo, accede. Después de varias intensas sesiones terapéuticas, Frasier descubre que los problemas de Kenny derivan de un trauma de la infancia.