Mientras que Mike decide pedirle dinero a Ed para comprarse una casa, Delinda no deja de meter la pata una y otra vez. Tanto es así que, en más de una ocasión, se verá obligada a demostrar que no fue intencionado. Pero esto no son los únicos problemas del día. Y es que, además del caos que ha creado un toro que anda suelto por los alrededores del casino, aparece un cadáver en un contenedor. Ed, por su parte –para que El Montecito no pierda la licencia de juego–, debe asistir a unas clases de reforma de la conducta para controlar así su ira. Y, por último, Sam tiene que tratar a un famoso jugador de baloncesto que se interesará por Mary.